lunes, 18 de mayo de 2015

Taller de la Soledad

Supongo que esa frase define la mayor parte de mi vida, creo que he pasado estructurando mi propio taller en que la soledad se construye, se moldea, se define con las manos y las actitudes, se esculpe y entalla con los pensamientos, se cultiva a partir de semillas congeladas y se riega con escarcha, se pinta en cada cuadro y cada pedazo de papel perdido.

La soledad ha sido infravalorado socialmente, como si estuviese mal, como si careciera de belleza el corazón del ermitaño que ha construido catapultas para arrojar su dolor como rocas polvorientas sobre el horizonte. El mundo está más solitario que nunca. Las pantallas nos abrazan y esbozan sonidos que nos hacen creer en compañías lejanas.

Fotografía tomada en los rincones de Santiago, por Milza López. Copyright 2014.

"Sé que aún no ha terminado, pero mi luto interior es como si nunca hubieras llegado a mi vida. Estoy aquí como ave solitaria que muerde sus alas, mojándose en el nido bajo la lluvia, en la rama bajo el dosel que ha perdido su follaje..."

Así versa en sus inicios "Taller de la Soledad",  que es una prosa que brotó de mi ser, y no me dejó dormir hasta terminarla por completo, en esas tardes que te sientes como si tu habitación fuese una jaula congelada y el cielo es un tejido de texturas en blanco y negro. Es una de mis favoritas en la vida, sin duda. 

Puedes leerla junto a otras prosas como parte de mi nuevo libro Aurora y Asfixia, disponible ya en Amazon para Kindle. 

Milza L.

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