Cierra
tus celestes ojos,
y
duerme en la melancolía.
Pero
antes de ir, quiero que sepas que los susurros
de
las ilusiones morirán sin agonía.
Antes
del silencio despectivo tuyo,
que
callará aguerrido
el
sonido de nuestro amor,
quiero
oír el último murmullo
de
tu corazón frío.
Bienvenida
es
la
eterna soledad.
Esta
es la noche del final que intuyo,
ahora
puedo decir adiós
y
dormir sin el insomnio;
ahora
puedo decirte adiós y quebrarme
con
lágrimas de afluente islándico…
Fotografía del autor, tomada en Cerro Santa Lucía, Santiago de Chile. |
Extraído de "La flecha envenenada y otros textos",
Milza López, 2007.
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