miércoles, 16 de septiembre de 2015

LAS ÚLTIMAS DOCE HORAS DE LA AMISTAD

¿Que conmigo no haya pasado nada
mientras soportaste llorar a gritos, 
y por mí tal vez podrías haberte muerto?
¿O mientras pasaron-pesaron las horas de la noche 
y otra vez flotó río arriba, vacía, desde Érd
a Esztergom la barcaza portadora de espectros?
¿O meintras que la luz de la linterna del que lee la inscripción sepulcral
alumbró uno tras otro a los rostros de los que duermen afuera
y ustedes dos le exigieron cuentas a la noche en casa
con escrupulosa lentitud?
¿O mientras dormías de mañana sobre la mesa de la cocina
y las piezas del reloj despertador arrojadas en el suelo 
resplandecían en cada punto de la cocina en que se habían desparramado?
¿O mientras te detuviste de mañana en la calle Kossuth Lajos
grandiosamente, como a alguien ya olvidado, 
en soledad y en medio del tránsito
y en el espacio permanecieron doce aviones
y en uno de ellos un presidente borracho bailaba,
y la joven tripulación hacía el servicio de camareros?
¿O mientras en los cuatro caballos robados en el apocalipsis
iban sentados bandidos y no podían ya detenerse,
en cambio allá delante de ellos, como el borde de una página
la badera del fin del mundo blanqueaba indiferente?
¿O mientras luchabas con la horrible 
bolsa de plástico que
se te enroscó en la pierna derecha en el huracán de la mañana?


Fotografía original de Jamierodriguez37, editada por Milza López.


Itsván Kemény, del libro Hideg (Frío)
Traducido por María Elena Szilágyi Chebi. 
Revista La Otra, tomo 3.

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