martes, 7 de julio de 2015

El Eclipse



No le importó nada
pero lo quiso todo,
me arrastró a la guerra santa
y me arrebató el odio.

Anochece en pleno día
con una luna negra
y nubes de estigma,
sus pasos sobre mi tierra
y su desprecio sin salida.

En la neblina deshecha
asoman sus ojos;
es el adiós sin vida,
es la trampa de oro;
vigilia consumada
en el color de esos ojos.

No es tarde, no es noche,
no es día ni mañana,
no hay sangre en el coche
de la mujer maltratada.

Susurros que caen
como lluvia incompleta,
palpitaciones de carne
de homicida en el planeta.

Sobre mí, sobre él,
venganza de Eclipse;
bajo sus pies:
temor de matrices.

¿Quién reza por él
como estrella enterrada,
llorando más que aquella vez,
la vez que fue crucificada?

Es el Eclipse de un ángel y un demonio
robando luz de fuerzas,
caminando con pasos de novio,
persiguiendo una agónica tregua.


Fotografía del autor, tomada en Valparaíso, Chile.



Extraído de "La flecha envenenada y otros textos", 
Milza López, 2007.
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