Y así Gabriela invadió el metro,
pusieron piedras en el techo
y versos en las paredes;
sus abrazos estamparon
rincones de calor supremo
La alegría se me dio
en formas editadas
multiplicadas y envolventes
de mi Gabriela en el metro
Hace tanto tiempo ansiaba
una vela luminaria
para cada corazón
en el vagón desierto,
pero aún todos seguían ciegos
aunque la luz los atacara
de frente y sin rodeos
como una afilada estaca
que arranca los sentimientos
No hubieron otros ojos
que comprendieran lo cifrado
en lengua de montañas:
el llanto empapó mi bolso
y la vela se volvió incendiaria...
Gabriela Mistral. Fuente: Universidad de Chile. |
Milza López, 2016
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