Vi el fin.
Hoy.
Lo vi con mis propios ojos cuando estaban cerrados y la
radiación de luz pulsante me quebró los párpados.
Vi árboles negros y sin
hojas, solo quedando en fracciones su sombra y todo lo demás era sangre roja
con pulsos radiantes.
Era el jardín de la muerte, la muralla impetuosa.
Vi el fin con mis propios ojos, había hielo quemando mi
cara, y justo antes había oído “Ver el fin” de Lucybell, cuando el brazo del ascensor se abrió y yo subí con el
número exacto anotado en la palma de mi mano.
Conozco a demasiados que se han fulminado de esa manera.
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