jueves, 15 de octubre de 2015

Prólogo de Diario de una Joven Bipolar


Prólogo del autor


No está mal ser bipolar.

El mundo entero está  envuelto en una máscara donde dos lados apuestan a ganador en el revoltijo ideológico que se vislumbra desde la azotea de la humanidad. Compartimos el mismo fondo común con el resto de los seres humanos.

No está mal que te diagnostiquen, no ha sido tu culpa.

Todos podemos distinguir el negro del blanco, pero es el fuerte contraste el que nos atrae y nos atrapa, la contraposición en sí misma es una carnada de fuerza extrema que nos lleva de un lado al otro de la montaña rusa. El cerebro intenta con toda su potencia mantenernos ciegos a los matices y viajar constantemente en túnel que se llueve por dentro.
Con el tiempo aprendí que la vida es esférica, que cuando vas de un punto a otro pierdes el horizonte que tenías antes, como en océano.

Aprendí que cuando creo que nunca volveré a ver la luz, es simplemente porque estoy mirando hacia el lado equivocado del túnel. Quizás deba devolverme, quizás deba volver a mi origen y comenzar de nuevo, quizás entré al fondo de la montaña equivocada. O quizás descubra que he estado caminando al revés, que he querido avanzar mirando hacia el pasado y veo que la luz anterior se aleja todo el tiempo, veo todas las cosas que perdí en cada paso que doy, en lugar de ver hacia el siguiente camino y encontrar esa salida.
Es cierto que algunos túneles son inmensos, largos, tediosos y llenos de trampas por dentro. Es cierto que no siempre tienes una antorcha en tu mano o que su fuego puede apagarse adentro por falta de oxígeno. Por eso debes aprender a distinguir los matices del interior, no sólo la oscuridad dentro y la luz de afuera, sino mirar las tonalidades y sentir las formas de lo que se esconde en cada etapa, sólo entonces podrás cruzar por ese camino de tinieblas sin dañarte, sabrás si estás pisando a alguien más en tu recorrido o si estás clavándote restos de metal oxidado, o si estás a punto de caer en un agujero sin retorno.

Aprendí a mirar de nuevo.
Aprendí a no caer en un pozo por estar ciega.
Aprendí caminar tranquila en medio de las tinieblas, aprendí a distinguir las sombras en medio de la oscuridad.

No está mal ser bipolar, no está mal ver en blanco y negro, pero son los grises los tonos que finalmente salvarán tu vida, y la determinación interior de encontrar la luz que apagará las tinieblas. 






Milza López, 2015.
Diario de una Joven Bipolar
Disponible en Amazon



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