Es tan cómodo estar enamorada de un ser imaginario, es como
vivir siempre en el punto más alto de la roller coaster.
Nunca tienes que acostumbrarte, nunca tienes que conformarte
ni soportar nada más, siempre ves la primavera, el esplendor máximo de la
flora, nunca ves ni vives su invierno, nunca conoces rostro caduco con las
hojas caídas, con las puertas cerradas, con la corteza desgarrada y las heridas
abiertas. Nunca conoces su realidad modificada, su sombra caída, tapizando la
ciudad con pilares que sofocan cada ápice de encanto. Nunca vives el miedo de
ser traicionada, ni abandonada. Él siempre está ahí, en tu mente, en tu atman,
siempre alivia tus tormentos y te quita las migrañas, siempre te lleva al mejor
lugar creado por tus sueños. Siempre está allí, siempre es él. Siempre es el que vibra, el que lleva tus sentimientos, siempre
encuentras sus palabras y te habla en las películas, siempre lo describen en
los libros y logra todo lo que quiere con su fuerza y determinación.
Nunca está
cansado, nunca se derrumba, nunca se jubila de su eterno trabajo y nunca se
aburre de su rutina, de su papel de ser perfecto y de amarte para siempre. Y nunca muere, porque allá en el universo alterno donde tú
mantienes su existencia, nunca llegarán los jinetes del Apocalipsis, nunca
llegará la hora de verter las copas ni soplarán los huracanes nórdicos. Vivirá
y revivirá cuantas veces sea necesario para rescatarte, para volver a besarte,
para dormir junto a ti. Allá del otro lado, el permanece invencible y sólo
tiene ojos para ti.
Más no intentes ni por un segundo siquiera traerlo, no
intentes jalar su brazo más allá de los cristales, no intentes oír un murmullo
en su retrato, ni encontrar su carta declaratoria en el cajón de tu velador, no
extiendas tus brazos esperando su cuerpo ni eleves tus labios para obtener los
suyos, no busques respuestas ni novedad alguna en su voz. No pienses que en las
nubes se ha escrito la verdad de su vida y no confundas ninguna coincidencia
con alguna señal. Porque allí, donde intentes tomar su mano se desvanecerá,
donde intentes besarlo en el estanque te ahogará, cuando quieras leer su carta
te quedarás sin voz, porque no hallarás palabras ni papeles, cuando quieras
regar los girasoles que te dio se marchitarán, y cuando intentes acariciar su
rostro desaparecerá por siempre su mirada, y cuando trates de llevarte un girón
de su ropa al otro lado, cuando decida el fin entregarte el cofre y el anillo,
es ahí cuando despertarás, y verás que no existe el aroma, sentirás que su
rostro no tiene textura y su piel no tiene color, su voz no emite sonidos y su
cuerpo es invisible.
Ámalo intensamente en el otro lado del espejo, en la
habitación oculta que existe debajo de tu cama. Mas no lo hagas salir, no lo
dejes venir a este lado del infierno.
Milza López 2016
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