lunes, 29 de agosto de 2016

Despedida del Fénix (Última Oración)


Suelo soñar con lo que pasó, como si la caja de tormentos que se abrió en la afrenta trágica de aquel día quisiera obligarme a permanecer ahí, como si esa terrible mirada buscara otra vez amilanar mi vida por entero.

Un álgido aliento respira en mis espaldas antes de que pueda despertar en este silencio apátrida y antropófago que reina en mi habitación, y antes de que mi vida de anacoreta me retorne a su ritmo normal.

La acritud de estos días es cada vez peor, la ambigüedad de las sombras en mi cabeza me confunde, y forma un amago de suplicios que no puede golpearme o herirme más.

Cada vez que esas imágenes me perturban al dormir, sólo puedo abjurar entre lágrimas por lo que hice, y en medio de mi aletargamiento, el dulce llanto logra absorber mi dolor, transformándolo en un cuerpo acuoso… Sí, es un llanto anodino y afable, que me ayuda a sobrevivir.

Soy un forastero fantasma, un barco advenedizo en el océano de criaturas de la Tierra, mi llegada a este mundo fue abrupta, sin el ágape de adosar mi destino a mis sueños de anarquía y libertad eterna.

Pero otra vez veo la abertura de la tierra bajo mis pies, intentando tragarme sin apelación alguna de mi parte (¿Soy yo quien se deja arrastrar?). 

A veces quisiera la abolición del odio en mi Corte Suprema, la luz de la verdad en mi Juicio Final. Pero no están.

Los Monstruos de alcurnia me siguen todavía, y dibujan la abstracción de lo sucedido aquel día oscuro, en aquella afrenta. Ellos quieren amonestar mi alegría y robar la poca felicidad que logré siguiendo los adagios de las aves que me enviaron a la Tierra.

¿Que debo seguir aquí? ¿Que guardaré la espada de la virtud? ¿Que me liberaré del odio? Tal vez, pero ahora necesito partir; soy el Fénix, el adalid alado de destellos hermosos, pero las pesadillas y la persecución me ciegan: ya no puedo ver mi propia Luz.


Si me arrojo al volcán ahora, reviviré más tarde, volaré como nunca antes lo has visto. Ahora apaga tu mirada, no quiero que me veas arder, ya mañana despertaré en cenizas. 


Retrato de Michael Jackson, pintado por Dan Lacey. 
Milza López
Colección inédita, exclusivo para Blogger
La Femme Web Developer

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