miércoles, 20 de julio de 2016

Claustrofobia (Versión La flecha envenenada)


Voy a mirarme en el inexorable reflejo
de todos mis años,
voy a pelear contra la verdad frente el espejo,
mas no podré vencer jamás desde mi hemisferio vano.
Y así comienzo a sangrar,
la claustrofobia no puedo evitar.
La herencia de los ángeles
es miedo hecho colinas,
la sangre de Los Alpes
hecha muerte y hecha vida.

La suavidad cromática del enlace,
entre la luz y el frío suicida,
es devota a la música 
de mi miedo y mis parques
cuya sombra y raíz 
consuelo deprimida.

Mi figura en esta máquina 
se amarra al escape
intentando huir 
desesperada y percibida por nadie,
porque la Reina de los sables
corre tras de mi disfrazada de El Ángel, 
atraviesa las heridas…
Y con su cruz invertida las reabre.

La tristeza hacinada 
en Nosotras huele a carne
violentada y perdida.
Mi propia confusión se vuelve masacre
en el centro giratorio 
de la virtud misma,
invisible en su cauce
y en todos sus días dormida.

La Tierra es el planeta 
albergado junto a Marte
y gira al revés, 
los continentes de masa invertida
mueren con el furor 
y sueñan inconstantes
frente al espejo de mis años 
y mis personalidades divididas.

Mi corazón de esencia suicida
debía partir esta tarde;
las lágrimas desprendidas
de Él, se vuelven carne...


Fotografía original de Misha Gordin, colección Shout 1984-1987.

Extraído de La Flecha Envenenada y Otros Textos
Milza López - 2007

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